viernes, 21 de febrero de 2014

Una mirada al futuro educativo


El futuro de nuestra educación

Después del encuentro llevado a cabo con la comunidad, aunque ha habido diversas opiniones, la visión y conclusiones finales no difieren mucho.

Respecto a la pregunta de cómo nos gustaría que fuera el centro, se hace alusión a ideas que, aunque no parecen alejadas de la realidad, actualmente son utópicas, por desgracia, para todos. Por ejemplo, que la enseñanza fuese más motivante para el alumnado, ello conlleva, entre otras cosas, un cambio y una apuesta por parte de los centros y de los docentes que en ellos trabajamos, pero el “riesgo” que comporta el escaso apoyo desde los demás miembros de la comunidad educativa (familias, administración, etc) hace que en muchas ocasiones no se materialicen dichos cambios.

Además, los recursos materiales y humanos, no suelen ser los apropiados para llevar a cabo las propuestas de las que hablamos, principalmente debido a su escasez. En la misma línea, es unánime la queja de la ratio de alumnado por aula, excesiva.

Si nos fijamos en la cantidad de cambios legislativos que ha habido en los últimos 20 años, observamos que a cada sucesión política le sigue su “sello” personal en materia educativa, lo cual ha resultado evidentemente perjudicial para todos los miembros de la comunidad educativa, pues no existen criterios unidireccionales en cuanto al modelo educativo a seguir y conseguir, sino que este viene impuesto desde las ideas políticas que nos gobiernan en cada momento, no hay acuerdo entre los diferentes partidos políticos.

Otro punto a tratar fue la educación en el siglo XXI, es decir, cómo debería eser o qué habría que cambiar. Obviamente la sociedad no es la misma que hace años, y los cambios cada vez son más acelerados, lo cual requiere una rápida adaptación, para la que no toda la comunidad educativa está preparada, aunque así lo exija muchas veces.

Desde los centros, los docentes contemplamos como cada vez se nos exige y recorta más, lo cual no parece coherente, pues la realidad es que con menos, no solo nunca vamos a poder hacer más, sino que no vamos a poder mantener lo que ya había.

Hemos hecho hincapié en exprimir los recursos disponibles para sacar el máximo rendimiento a todo, en pro de unos mejores resultados, pero esto en ocasiones supone un problema o una situación conflictiva, puesto que aunque se pueda tener claro el “que” no siempre se está de acuerdo en el “cómo”, y en este aspecto, los que materializamos la burocracia de la ley o de la administración, somos los docentes, mostrándonos a los ojos del resto de la comunidad educativa (sobre todo las familias), sobre todo si algo no funciona como se deseaba o esperaba, como los máximos y únicos responsables de esto, poniéndonos en el punto de mira de la sociedad. Cada uno puede reflexionar sobre ejemplos que le hayan ocurrido, en este aspecto, en su práctica docente.

Otro de los aspectos deseables en la educación del S.XXI es recuperar la autoridad y el respeto que tenían los docentes hace años.

En cuanto a lo que se podría hacer desde los centros de cara a que la educación fuese un asunto relevante para toda la comunidad, son varias las aportaciones realizadas. En este sentido, conviene destacar que si la educación no ocupa un lugar primordial en los intereses de un país, su desarrollo siempre se verá mermado, pues su potencial nunca despegará. Para empezar a tener esta concepción, habría que reconocer y valorar la labor de quienes se encargan de llevar a cabo la labor en el aula, los ciudadanos de a pie a los que vemos y dan la cara por una ley y una administración que muchas veces no son conscientes de la realidad existente y tan distinta que se da en cada centro, poniéndonos a veces en compromisos solo por ceñirnos a lo que dicha ley o administración nos dicta o debido a los vacíos legales que también existen.

Aún así, siempre solicitamos colaboración, a la administración, a las instituciones con las que preparamos actividades, o bien a las familias. Hay veces que además de no existir colaboración, se da cierta intromisión en la labor docente, poniendo de manifiesto la poca autoridad y respeto con el que contamos los docentes en este país, no ocurriendo así en otros países en los que nos fijamos pero que luego no somos capaces de imitar, porque la educación no es una cuestión de imitación, sino de actitud y concienciación durante mucho tiempo, básicamente desde que nacemos.

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